De nuevo un paseo por la vieja Senda de Casillas; de nuevo un salto hacia atrás para recuperar el tiempo perdido, el que habla Proust, que queda dentro de nosotros. Ahora cuando se le pide a este cronista de la huerta escribir unos trazos sobre Casillas, de nuevo reencontrada, anhela aquella huerta de sendas y carriles convertidos en carreteras, que no dejan soñar con caminos apartados, trazados en un interior de huerta arcaica donde la gente salía a la plaza, conversaba con el vecino junto a la barraca y dominaba la acequia, tan entrañable, por donde una vez, bendita ocasión, puse el caballete para pintar un lienzo cerca de la tienda, pequeño bazar donde se olía a pan recién sacado del horno.
Era otro tiempo, apenas salido de la Universidad con ganas de recorrer la huerta entera, tomar apuntes directos del natural. La huerta estaba cerca de la calle Alfaro, donde vivía y a la esquina el rio con sus molinos. Me llenaba el paisaje de acequias y ermitas. Huía en ratos de ocio con el corazón abierto, sin otro consuelo de acercarme a la tierra del auténtico murciano que siente el latido de la campana de la vieja ermita junto al carril de cualquier pedanía, Fueron muchos los surcos de la huerta rozados con el alma, pintados desde el corazón y escritos sin más que dar a conocer al mundo la belleza de esta huerta, su sencillez y alegría en sus primaveras gozosas cuando se huele a azahar que es cuando se cree que el Paraíso estuvo aquí, sin ir más lejos. Surgieron sendas, carriles, escenas y costumbres que se publicaron en el periódico Línea, y se conoció el otro lenguaje del huertano, su habla peculiar que destacaba en sus momentos de ocio, de un dialecto vulgar, como diría Muñoz Cortés. Era la huerta intima, sin tapujos, el paisaje que buscaba. Y entre ellos apareció la Senda de C asillas o de la ermita de Burgos elogiada por Torres Fontes y el admirado Serafin, de los que guardo afecta memoria.
“EL ENCANTO DE LA SENDA DE CASILLAS” es un libro escrito con el alma, sin regodeos ni otros vaniloquios. Surgió como un legado de autor que tuvo el honor de conocer a sus personajes, huertanos de pro, belenistas y de otros oficios que me entregaron su sabiduría, sus inquietudes y necesidades, tan abiertos como el sol zancadeando sobre las terrazas de su huerta. No faltaba la cita en tiempos precisos a sus bancales, sus casas donde se olía a vida cantada y contada, en la esquina del sendero donde al atardecer tornaba el huertano con su carro de alfalfal. Conocí, por privilegio a números amigos, hombres de raza que por oficio tenían la labranza, mujeres aviesas en la cocina y dar alegría con sus bailes a sus maridos en los días lúdicos. No en vano nos dimos cuenta que este lugar edénico contenía lo que un pintor y escritor necesita para construir un escenario donde se relacionaban sus vecinos, trabajaban de sol a sol, se reían y lloraban a sus muertos, rezaban en la vieja ermita y salían en fiestas con sus carrozas engalanadas blandiendo su hermosura. Fueron unos cientos de folios escritos desde la plaza bullente donde el escudo le da identidad a la población. Fueron escritos sintiendo la voz de su gente, sus sentimientos profundos. Conocí la alegría y belleza de un trozo de huerta llena de contraste, de luz envolviendo las moreras con sus latidos de oro, sus naranjos retozando vida, sus pequeños y mayores con los que conversaba en largas tardes, cuando el horizonte `ponía rayos violetas en las alejadas montañas.
Si; adorada Senda de Casillas, siempre en el corazón de este pintor escritor, que elegiste para componer una pequeña y gran historia de personas sencillas que aprendieron a vivir y morir como gozar del sol mañanero. Señalar mi agradecimiento a Angel Martinez, que fuera alcalde de la pedanía en un tiempo singular, y cuya entrega al pueblo es merecedora de aplauso. Simplemente mi agradecimiento.
Fulgencio Saura Mira. Pintor y escritor. 3 de enero de 2021
LA FOTOGRAFIA ES DE LA PORTADA DEL LIBRO SOBRE LA SENDA DE CASILLAS escrito por Fulgencio Saura Mira, que puede encontrar en esta misma pagina web,