El EMPRENDEDOR y la EMPRESA como creadores de VALOR Y RIQUEZA

La empresa se enfrenta, hoy más que nunca, a cambios constantes y profundos, a cambios vertiginosos, en un entorno caracterizado por la no-distancia y la capacidad de innovación y competitividad, así como a  incertidumbres y amenazas, hasta ahora imprevisibles. Como unidad productiva, por los costes sociales, laborales, financieros y las condiciones impuestas por el propio mercado, por lo que el análisis continuado de las oportunidades y amenazas a las que se enfrenta la empresa ha de hacerse partiendo del conocimiento de sus propias fortalezas y también de sus debilidades.

La necesidad principal de la Empresa, es crear valor y generar riqueza, para el equipo humano que la conforma y los accionistas, y a través de los impuestos a la Sociedad. Porque la generación de riqueza es consecuencia directa de la actividad productiva, la empresa es el motor que crea riqueza y valor, y contribuye, con los recursos generados, decisivamente al desarrollo social y económico.

En la actividad empresarial, las emociones y los sentimientos son un denominador común, e impregna todas las actuaciones profesionales, y afecta directamente a los resultados de la Empresa. Por ello, si la visión y la estrategia de negocio no contemplen estas variables corren el riesgo de pretender lo imposible. Tan peligrosa es la falta de conocimiento y voluntad, como la ausencia de ilusión y pasión por conseguirlo.

La competencia, es el motor que mueve a la innovación permanente y a la consecución de una mayor eficiencia; ofrecer productos con precios y calidad competitivos en un mercado cada vez más global es el día a día de la empresa, ya no existen las distancias, el mercado es global y la competitividad total.

Anticiparse al futuro, es implicarse plenamente en la economía del conocimiento, en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, haciendo de la transformación de la estructura productiva nuestro principal reto.

Evidentemente no se puede predecir el futuro, pero la empresa puede y debe prepararse para ese futuro y controlarlo, esa es la responsabilidad de la dirección y de los instrumentos y herramientas con los que ha de afrontar la definición de la estrategia.

La toma de decisiones para afrontar una realidad cambiante, anticipándose a los acontecimientos, se le conoce como Dirección Estratégica, y se le define como el arte o la ciencia que permite poner en practica y desarrollar las potencialidades de la empresa para conseguir los objetivos planteados, a través de los procesos de: planificación, organización y control.

La Dirección Estratégica podríamos definirla como el arte de y la ciencia que nos permite poner en valor y desarrollar todas las fortalezas de la empresa, asegurando no solo su supervivencia sino situándola en la mejor posición competitiva posible, y se concreta en tres grandes áreas de actuación: análisis de la estrategia empresarial, planificación estratégica y control estratégico.

Para poder concretar las políticas a desarrollar se han tenido en cuenta la búsqueda de toda la información y las diferentes formas de planificación, la primera de documentar de forma normalizada el Plan y revisar, consolidar y aprobar el Plan. La segunda etapa se encarga de la documentación tanto del Plan de Expansión, de Diversificación y de la Investigación y Desarrollo, como de los planes operativos por unidades estratégicas y funciones.

La dirección estratégica se conforma realmente como un proceso continuo de toma de decisiones, en función del que hacer, como hacerlo, el cuando y quien lo hace, conforme a la visión, la misión y la filosofía de la empresa. La visión de la empresa es el resultado de la experiencia y de la acumulación de información, y la misión es la que define la razón de ser de la empresa, y por tanto las decisiones estratégicas.

A veces se desconoce la relación entre la Visión y la Estrategia, así visión es la elaboración de una imagen mental de cómo se debería ver algo en el futuro. Mientras que estrategia es una descripción verbal del concepto de negocios que realizará la empresa para llevar a cabo esa visión.

La estrategia tiene un significado más amplio que los planes y programas, que han adecuarse permanentemente a un entorno turbulento como el actual, la estrategia constituye la capacidad de la empresa para emprender acciones de incierto resultado, e integra la incertidumbre en la conducción de la acción. La estrategia, por tanto, no deber ser entendida como una simple adaptación de la empresa al entorno y sus cambios, ya que mediante la estrategia, la empresa ha de alcanzar autonomía frente al entorno. Adoptar la estrategia y trabajar por objetivos obliga a orientar todas las actuaciones de la empresa a la consecución de los objetivos planteados.

En las PYMES pequeñas y medianas empresas, la planificación estratégica es un proceso menos formal, casi continuo. El CEO y su equipo se reúnen frecuentemente para decidir las estrategias y perfilar los próximos pasos. No necesitan un sistema de planificación formalizado ni elaborado. Incluso en empresas relativamente grandes, pero no diversificadas, la estructura funcional permite a los ejecutivos evaluar las alternativas y sus implicaciones de manera no sistemática.

El CEO, naturalmente, esta comprometido en la estrategia; la planificación estratégica es la esencia de su trabajo. Incluso el ejecutivo encargado de una actividad funcional, como el director de marketing de una división, reconoce que la planificación estratégica es crucial, después de todo, la estrategia de marketing de una empresa, o la de fabricación, junto a la I+D+i y las TIC, son esenciales para el éxito de la misma.

En el origen, en la creación de la Empresa, hay quien tiene la idea, pero no es capaz de hacerla realidad, de andar el camino de la producción, hay quien tiene la capacidad de hacer el camino, pero no de tener la idea, y hay quien no tiene lo uno ni lo otro, el Emprendedor, pero es capaz de atraer a unos y a otros y hacer con ellos el milagro de poner en marcha el proyecto y hacerlo vivir y desarrollarse, conjuntar esfuerzos y compromisos es absolutamente necesario para impulsar el emprendimiento que es fundamental para el desarrollo social y económico.

Lo que todo buen profesional debe tener es – empatía y sentido del compromiso, al igual que pasión por los retos y mantener la distancia con el cliente-. Para ello en primer lugar debe saber que lo más importante es –saber escuchar y aconsejar, sin dejarse llevar-.

El Emprendedor es el corazón de la empresa, y la Empresa es el motor de desarrollo de la actividad económica y social. La valoración por la sociedad del emprendedor, del empresario, aunque ha mejorado sensiblemente, no cuenta con el suficiente reconocimiento social como en otros países en los que el espíritu emprendedor forma parte de su ADN y cuenta con el apoyo y el reconocimiento de la Sociedad, del libro en el Mediterráneo en el sur de Europa.

El existo o el fracaso de una empresa está en su gestión, por lo que el Emprendedor ha de rodearse de buenos equipos –los mejores profesionales-. Las personas son los principales impulsores (destructores) de las organizaciones. Todo lo bueno o lo malo, que llegue a ser una empresa depende, por encima de sus productos, tecnología o cualquier otro factor de su equipo de profesionales.

La pasión por dejar nuestra huella, es algo inherente al empresario. El emprendedor vibra con su empresa, su compromiso e ilusión con hacer realidad su proyecto, por ello, el tiempo no importa, lo importante es conseguirlo, emoción y sentimiento que han de compartir  sus colaboradores y el éxito de la Empresa será una realidad, y que las Administraciones deberían tener muy presente, y facilitar y apoyar realmente la actividad emprendedora,

Ángel Martínez es

Presidente de Honor de la Federación Regional de Empresarios del Metal de Murcia

Profesor Colaborador Honorario de la Universidad de Murcia

Académico Correspondiente de la Real Academia Alfonso X el Sabio