A mi abuelo le encantaba el cine y prácticamente casi todos los domingos me llevaba a ver las películas que proyectaban en uno de los dos cines de Puente Tocinos, vivíamos en la Cruz de Casillas, en el centro de la huerta, en el cruce de la Senda de Casillas y la Vereda de la Cueva, donde desde muy antiguo había una Cruz de madera sobre una peana de piedra, que según cuentan la colocaron allí, a la puerta de la vieja venta de mis bisabuelos, unos frailes que venían acompañando a los pastores que con sus ganados bajaban por la vereda hasta el río Segura.
Unos frailes que siguieron viniendo a pedir todos los años días y colocaban sobre la peana una caja que llevaba dentro un fraile que sostenía en una mano una barita que indicaba si iba a llover, hacer sol o solo estar nublado, lo que para nosotros los críos, y también mayores, era todo un acontecimiento, el que el fraile subiera y bajara la mano en función del tiempo que anticipaba y si iba a llover SE LE SUBÍA LA CAPUCHA Y LE CUBRÍA TOTALMENTE LA CABEZA.
Foto del fraile de Agapito Borrás que anticipaba el tiempo que venia.
Fuente: Diario ABC 25 de mayo del 2022 al rememorar el fraile que inventara hace 128 años Agapito Borrás.
Desde que yo me acuerdo se celebraba la fiesta en honor de la Santa Cruz a primero de mayo, en ella se llenaba de flores tanto en la propia cruz, como su entorno de macetas que los mozos traían en la madrugada anterior y que colocaban después de la gran quema que en el centro del cruce de ambos caminos se realizaba con haces de cañas, de alcazabas, entre otros, junto a los enseres que ya no estaban en uso, todo ello ardía durante horas hasta bien entrada la madrugada.
la tradicional fiesta del día de la Santa Cruz en la Cruz de Casillas
Fuente: Acuarela de Fulgencio Saura Mira, de las tradicionales fiestas de la Cruz en el mes de mayo.
Mi abuelo (un hombre adelantado a su tiempo, que había leído y viajado, un huertano acostumbrado al trabajo duro, al éxito y también al fracaso y que siempre volvía a sus raíces, a su tierra, de el recuerdo entre otras muchas cosas que me enseñó, como el decía las cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar y dividir, y a escribir los numero con mayor sencillez y facilidad).
Mi abuelo cogía mi mano con la suya, una mano fuerte y gastada por los años, y nos íbamos al Cine, caminábamos entre cuatro/cinco kilómetros por la orilla de la Vereda de la Cueva, y luego por el camino viejo de Orihuela hacia Puente de Tocinos, hasta llegar a una de las dos salas de cine. Durante el tiempo que duraba el camino entre nuestra casa y el cine, mi abuelo me contaba las historias que se decían junto al fuego de la chimenea en las tardes noches de invierno al finalizar los trabajos en la huerta, entre ellos hay uno que siempre me impresiono y que no he olvidado:
“El abuelo ya esta muy viejo, le dice la mujer al marido, hay que llevarlo ya al asilo, el hijo mira a su mujer, y se sube al abuelo a coscaletas (a la espalda) y echa a andar hacia el asilo, como el camino es largo y está ya cansado del largo viaje se para y bajando al abuelo de su espalda se sientan sobre una gran piedra (que hacia de banco para los transeúntes) que se encontraba a la orilla del camino, estando allí sentados el abuelo de dijo a su hijo, hijo aquí me senté también yo cuando lleve a tu abuelo al asilo, y me contó que también tu abuelo se había sentado aquí a descansar cuando llevaba a tu bisabuelo.
El hijo lo escuchaba y reflexionaba sobre lo que le estaba contando su padre “el abuelo” y cuando este concluyó de contar su historia y la de su padre y la de su abuelo, de que todos habían parado en la misma piedra para descansar, el hijo supo que el seria el siguiente y decidió acabar con la tradición, y dar por finalizado el de llevar a los abuelos al asilo, así que le dijo, padre volvemos a la casa, y se subió al abuelo otra vez a coscaletas, hoy y aquí se acaban los viajes al asilo, y con el abuelo a coscaletas volvieron a su casa”, creando un nuevo compromiso, una nueva realidad que reforzaba la unión de la familia, como la semilla al germinar una nueva planta que dará nuevos frutos,
Tanto llegó a gustarme el cine que la primer actividad empresarial que emprendí fue la construcción del CINE DE VERANO MARTíNEZ en Casillas y posteriormente del CINE DE VERANO BAHÍA en el Esparragal, que funcionaron durante algunos años, hasta la accesibilidad a la ciudad se hizo plena y los contemplar los estrenos era una oportunidad que nosotros no podíamos realizar, por ello las grandes cadenas fueron avanzando y los cines de pueblo reduciéndose, pero fue una gran experiencia que enseña desde la satisfacción por el éxito en la programación en los títulos proyectados hasta el del fracaso por todo lo contrario, pero he de decir que no solo mereció totalmente la pena esta experiencia y que me enseño mucho para la puesta en marcha y el desarrollo de nuevos proyectos.